viernes, 29 de octubre de 2010

Acerca de "Tome chichí..." y otras barbaridadesì

FRENTE A FRENTE

Acerca de “¡Tome chichí!” y otras barbaridades.

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Aunque faltan más de 50 días para la Navidad, desde hace varias semanas los escaparates y la publicidad de los negocios comerciales están enfocados en promover el consumo desenfrenado e injustificado, a costa de nuestra paz y verdadera prosperidad.

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Muchos publicistas, empujados por sus “patrones” los comerciantes, se dedican con ahínco a enfocar que si “no tienes y no regalas, nada vales ni para ti ni para los tuyos”, promoviendo un ritmo desenfrenado de consumo cuya vorágine creará sólo caos y desestablilización en las finanzas familiares de las clases media y baja, ya de por sí golpeadas año tras año con los pírricos aumentos salariales que nos recetan a los asalariados y que no permiten la mínima recuperación de nuestro poder adquisitivo en relación al costo de la vida.

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Y así debemos soportar, por ejemplo, que una empresa de préstamos en Guadalupe promueva, descaradamente, que “le prestamos para que pueda comprar los regalos a sus hijos”, como si darle un regalo a nuestros hijos fuera imprescindible y necesario para que nos reciban con una sonrisa al llegar a la casa luego de una ardua jornada laboral gracias a la cual atendemos de hecho las verdaderas necesidades del hogar.

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Otro caso de cuidado es el de aquella venta de autos que nos asegura que si compramos esa marca de vehículo “el aguinaldo vale el doble”, como si nos fueran a duplicar el esperado 13avo. mes tras nuestra compra.

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Pero el premio mayor al descaro publicitario se lo lleva el recién “¡Tome chichí!” que nos receta una distribuidora de electrodomésticos, según la cual la empleada doméstica de una familia acaudalada está al nivel de consumo de sus patronos gracias a los planes de venta que ofrece el negocio en cuestión. El fin de esta publicidad es promover dentro de las clases menos favorecidas económicamente un consumo desmedido e irracional exaltando la compra de bienes suntuosos (televisores de plasma, computadoras personales, celulares con la última tecnología, etc.) que en realidad no son imprescindibles. Pero además el mensaje resulta engañoso, porque la lógica y la realidad dictan que quienes compran al crédito con intereses pagan a la larga mucho más por el producto que quienes pagan al contado (como es de suponer hicieron los “patrones”). Puro comercialismo sin sentido social, y además, caro!.

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Ante esto, aprovecho el espacio para llamar a la cordura y sensatez de los publicistas, comerciantes y consumidores, en la esperanza de que con el aporte de todos alcancemos una Navidad y vida en paz y tranquilidad con responsabilidad y prosperidad real, para bien y dicha de todos.

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