jueves, 22 de septiembre de 2011

Cambie de celular

FRENTE A FRENTE

¿Es motivo de vergüenza su celular sencillo? Cambie de “amigos”, no de celular.

Un
conocido tenía un celular sencillo que le daba el servicio necesario,
por lo que no le preocupaba que estuviera fuera de moda, pero... sus
amistades lo molestaban y se burlaban cuando le veían el "pisapapeles".
Al tiempo se sintió tan avergonzado que recientemente lo cambió por un
IPone con la última tecnología (que ni siquiera aprovecha debidamente).

Ello
me llevó a meditar acerca de lo triste que debe ser para muchos, como
él, que sufren inseguridad y ante ello se ven obligados a realizar
compras constantes que en realidad no desean ni necesitan.

Pocas
cosas hay más tensionantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa,
calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas,
muebles, autos y todo lo añadible. Si bien quien tiene dinero en exceso
puede comprar, usar y desechar (allá ellos si desperdician…) quienes
vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y
entender por qué y para qué lo compramos.

En
efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos ¿cuánto nos
presiona y cuánto nos dejamos presionar? ¿Cuál es el problema de que se
rían de nuestro celular viejo? La risa es buena y si no les gusta el
celular pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño
o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del celular, a menos
que éste lo acepte.

Desafortunadamente
hoy día muchos se refieren a las personas por sus posesiones, es decir,
para ellos las personalidades no emanan de lo imprescindible, sino de
lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en
cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Las
trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas
quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores
centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.

El
vacío personal no lo llena ni los closets repletos, ni los carros
lujosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo. La
satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las
cosas, sino de presumirlas ante los demás.


¿Tiene usted un celular del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa? Ríase con ellos y úselo hasta que guste.

¿Le duelen las burlas? Entonces cambie de “amigos”, no de celular.

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